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jueves, 8 de enero de 2015

Alfredo "el mecánico"


Alfredo Amorós González
20 de junio de 2011


Nos dejó en Toledo a la edad de 90 años.

En 1956 llegó a la Colonia procedente Madrid, su ciudad de origen, junto con su mujer (Inés) y el mayor de sus tres hijos (Alfredo) que por aquel entonces tenía 10 meses.

Padre de tres hijos: Alfredo,  mencionado anteriormente, Javier y Elena.

En la fábrica entró en el taller mecánico con la categoría de Maestro de taller, donde trabajó hasta 1985.


CURIOSIDADES Y ANÉCDOTAS

Entre los años 1940 y 1947, le dedicó gran parte de su tiempo libre a la pintura y fotografía. enlace a sus trabajos.


La Colonia, comienzos de los años 80, un sábado del mes de agosto, a medio día, cuando el sol machaca con más fuerza, el matrimonio y su hija Elena preparaban la mesa para comer, cuando escuchan que alguien llama a la puerta. Al abrir, encuentran a un señor empapado en sudor que les comenta "vengo de Gandía dirección El Arenal, un pequeño pueblo junto a Arenas de San Pedro. Se me ha parado el coche a unos cuantos kilómetros, me han dicho que aquí vive un mecánico y quisiera saber si puede echarle un vistazo".

No era la primera vez que alguien acudía a su casa en busca de ayuda, pero esta vez, dado el momento, la situación podía denominarse del todo como muy inoportuna.

Alfredo se puso el mono de trabajo y les dijo a los suyos "id comiendo vosotros, voy a ver qué pasa, a la vuelta comeré".  En compañía de Eugenio, que así se llamaba el señor, se dirigieron hacia el garaje donde guardaba el 127 lila y se pusieron en marcha.

Cuando llegaron al coche averiado, Alfredo se quedó sorprendido ante la vista de tres niños, uno con edad de bebé, que junto a su madre, se habían quedado guardando el coche. Antes de ponerse a mirar el motor, Alfredo dirigiéndose a la madre, le dijo "usted y los niños no pueden quedarse aquí ni un minuto más, les llevaré a casa mientras vemos qué se puede hacer", así que les subió al coche y les llevó a su casa. Inés, cuando les vio aparecer, les dijo "bueno, primero se refrescan, después comen y luego se echan una siesta", mientras, los dos padres volvían a la carretera para ver cómo poner de nuevo, el coche en marcha.

Después de unas horas, con el coche ya arreglado, los dos volvieron a casa, comieron, se ducharon y se echaron un rato.

La familia, muy agradecida, cuando les preguntaron que cuánto les debían, se sorprendieron ante su respuesta "nada, hemos podido arreglarlo con algunas piezas que tenía yo y no ha hecho falta comprar nada, la comida ya estaba hecha, no nos deben nada"... En ese momento comenzó una gran amistad entre las dos familias. Cada vez que la familia pasaba por la carretera de Toledo procedentes de Gandía, lugar en el que vivían, dirección El Arenal a pasar las vacaciones, paraban en la Colonia para hacerles una visita.

Años después, Alfredo y su familia fueron a pasar el día con ellos a El Arenal y darse un baño en la piscina natural del pueblo de la que tanto habían escuchado hablar  y cuando llegaron, muchos de sus vecinos les conocían. Se había corrido la voz y acudieron a saludarles y agradecerles lo que habían hecho por esta familia.

Esa relación, aunque ya ha pasado mucho tiempo, aún hoy existe.


1 comentario:

  1. Al menos para mí, alguien muy especial, ejemplo a seguir de bondad, paciencia, tranquilidad, humildad, sencillez y sobre todo, gran corazón... y él siempre en el mío...

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